Oba Ko So: Formell
Por: Lil Rodríguez.
Tal vez con este título muchos, pero muchos lectores comiencen a recordar y a tararear aquel tema que interpretaba el inolvidable Cheo García con la Billo’s Caracas Boys: “Bacosó, ae ae/ Bacosó como baila/ Bacosó, oye negra…Bacosó ae ae, …”
Bueno, ese Bacosó como término se aplica solo a Shangó, dios yoruba (África) de la música, el baile y la virilidad. Oba significa Rey, la más alta jerarquía, y la frase cuenta con otro significado: “El Rey de Ko so”, ciudad en la que, dicen, gobernaba.
Tal vez no haya sido casual que Juan Formell escogiera para debutar con su orquesta Los Van Van el jueves 4 de diciembre de 1969. Santa Bárbara por delante para festejar a la agrupación que rompió esquemas musicales, sobre todo entre los bailadores y puso de cabeza a no pocos investigadores que siguieron de cerca el desarrollo de la musicalidad y las letras (casi siempre crónicas) de esta orquesta.
Este mes de agosto hubiera alcanzado los 80 años de edad, pero partió en mayo de 2014 para consternación de sus seguidores y de la música, dejando un legado muy importante para Cuba y el mundo.
Le pudimos entrevistar tanto en Cuba como en Venezuela y en su honor llega este extracto de tan buenas y reveladoras conversaciones.
Candela y Guararey
¿Dónde y cuándo naciste?
Nací en La Habana. Soy habanero, además, de Cayo Hueso. Nací el 2 de agosto de 1942.
¿Podrías hablar de tu niñez, de tu infancia, de tu formación?
Mi niñez fue bastante austera. No era pobreza crítica, pero había que hacer esfuerzos para vivir. La fortuna estaba en que en medio de tantas limitaciones tenía un padre músico, copista y arreglista, que ejercía su vocación y transmitía felicidad en medio de la carencia material. Mi papá no quería que yo fuera músico y sería solo en la secundaria cuando optaría por enseñarme algo de música. Las primeras lecciones de guitarra me las dio mi papá. Así, con el tiempo, llegué a formar parte del conjunto del hotel Habana Libre. Ya la Revolución había triunfado. Yo tenía 17 años. El mismo año 59, para el mes de noviembre, me integré en la Banda de Música de la Policía Nacional Revolucionaria. Así llegué a 1965, año sumamente importante para mí.
¿Por qué?
Ese año hice mi primer gran arreglo. Bueno. No mi primer gran arreglo sino el primer arreglo que trascendió en grande, y lo hice para un tema mío.
¿Lo cantaste tú?
No. Lo cantó nada menos que Elena Burke. Fue el primer escalón de verdad en mi carrera. Elena siempre fue ampliamente conocida y respetada. Así que, al grabar ella, la Señora Sentimiento, por lo menos mi nombre se colaba con su voz. Pero la gran oportunidad llegó en 1967 cuando en el segundo semestre de ese año me incorporé a las filas del Charangón de Elio Revé, el pailero de Guantánamo, aunque no duré mucho en el grupo.
¿Y por qué saliste del “Charangón”?
Yo no me adapté a Revé. Yo buscaba adaptar la orquesta a mis ideas. Surgieron así diferencias de criterios. Sentía que no estaba haciendo lo que tenía que hacer. En definitiva, yo quería innovar en todo sentido y con la Charanga de Revé me llegué a sentir limitado. Yo tenía claro que había que tomar seriamente en cuenta el factor baile y que había que revolucionar el papel de las voces en una banda. Agarré mis ideas, formé mi orquesta, la bauticé y hasta hoy estoy con ella.
Shangó por delante
El jueves 4 de diciembre de 1969 (en el propio día de Shangó, o Santa Bárbara) Formell presentó a su orquesta en el Salón Rosado de La Tropical, emblemático sitio de baile que ha sido analizado sociológica y musicalmente en profundidad. Lo que sorprendió mucho fue la dotación orquestal que incluía órgano y guitarra eléctrica. Y también el nombre.
¿Cuándo y por qué le diste ese nombre, Los Van Van?
Todos saben que en Cuba se designaba cada año con el nombre de una meta. Se hizo el anuncio de que 1970 sería el “Año de la Zafra de los diez millones”, 10 millones de toneladas de caña de azúcar. El slogan que se escogió fue “De que van, van” (los 10 millones). A mí la frase me sonó sabrosa y yo, además, quería que se alcanzara la meta. No lo pensé dos veces y bauticé a mi grupo como Los Van Van. A todo el mundo le gustó el nombre.
¿Cómo fue la dotación de la Banda?
A la banda la estructuré sobre la base de los violines, el güiro, la flauta, el bajo y la percusión. Yo estaba experimentando a partir de la charanga, por eso esa dotación.
Pero en Cuba hay muchas orquestas de Charanga…
Sí. Por eso buscaba la diferencia. Buscaba que el asunto fuera más bailable y que a partir de esa Charanga el género evolucionara. Ya estaba bueno eso de sonar como la orquesta Aragón, siempre. Y me fui diferenciando.
¿Cómo lo supiste?
Indudablemente, por el público. Casi enseguida muchos amigos comenzaron a pedir las grabaciones del grupo para ponerlas en los altoparlantes de las fiestas colectivas y de los barrios habaneros.
¿Sentiste resistencia hacia tu proyecto?
Sí. Para ser francos, sí hubo resistencia, pero no del pueblo. Es más, desde los tiempos de Revé, cuando comencé a usar la guitarra y el bajo eléctrico, muchos burócratas se quejaron de mi trabajo y por distorsionador de la música cubana. Tengo que decir, y esto lo saben todos que, en nombre de la defensa del proceso revolucionario, acá, en Cuba se cometieron unos cuantos errores. Uno de ellos fue decir que el baile era una desviación pequeño burguesa. Por eso en los años 70 el cubano casi no bailaba. Por fortuna el cuadro cambió. Pero sí hubo resistencias.
Muévete
Hablemos del songo…
Lo primero que hay que señalar en relación al songo es que la salsa nada tiene que ver con su creación. Mucho se ha especulado con este asunto, pero la verdad, la salsa nada tuvo que ver. Primero, porque no nos llegaba. Eso es lo primero. Lo segundo tiene que ver con el ritmo como tal.
¿Nació junto con Los Van Van?
Podríamos decir que nació junto con el grupo. Yo inicié mi orquesta a partir del sonido de la charanga cubana, por lo tanto, tenía violines, güiro y flauta incorporados a la banda. A finales de 1981 decidí incorporar los trombones. Había estudiado bien el caso de Benny Moré y me di cuenta de que los trombones le daban densidad a lo que yo quería hacer.
También sumé voces en el coro y acentué el trabajo de la percusión cubana. Mi orquesta era identificable, pero luego de estos cambios lo fue de forma definitiva. El primer gran tema con los trombones fue ʺEl baile del buey cansadoʺ. El resto es historia más conocida. «Sandunguera / que te vas por encima del nivel. Únete a mi actividad / muévete / muévete…».
ʺMuévete” tiene una historia…
Mira tú qué cosa con este tema. Nadie me cree cuando digo que era un tema de relleno. Llegamos al estudio y grabamos en función de un disco. Entonces el ingeniero de grabación me dijo que quedaba espacio para otro tema… y resulta que yo no tenía otro en ese momento. Le dije que me esperara un momento; me senté a escribir y salió esa pieza. La montamos enseguida y me gustó tanto cómo quedó, que le di al álbum el nombre de la misma: Anda, ven y muévete.
Fue un suceso en Cuba, y fuera de Cuba. Me alegró mucho que Rubén Blades me pidiera permiso para grabarla, cambiando la intención de letra, pero conservando la esencia y la música, y hasta el arreglo. Si yo estaba llamando al cubano a trabajar más, él iba a llamar al continente. Me alegró igualmente cuando Harry Belafonte solicitó permiso para grabarla. Lo hizo de una forma respetable. En lo que a mí respecta, “Muévete” evidenció el nivel de atención que se presta a nuestro trabajo y al songo en especial. Creo que, en definitiva, el songo no es solo un ritmo. Es el estilo sonoro de Los Van Van.
Se estableció así el songo en el gusto de los cubanos y se levantó como el primer género auténticamente popular bailable surgido en la Cuba revolucionaria. Y hay que señalar que hubo otros ritmos antes, en esa misma etapa de la Revolución, como el mozambique, un paso de conga bien trabajado por Pello El Afrokán, el ritmo pilón de Pacho Alonso y Enrique Bonne, el ritmo changüí y el simalé (son con samba).
La diferencia estriba en que estos géneros casi que no pasaron del seno de las orquestas que los crearon, en tanto que el songo se extendió rápidamente como ritmo y como baile. Formell, entonces, se afincó en el baile y en el trabajo de las voces además de componer de manera sostenida temas que quedan para la historia, de tanta crónica y de tanto compromiso con el bailador y con la patria cubana.
Confesaba Juan Formell que cuando Israel Sardiñas, vocalista principal, abandonó al grupo y al país (México, 1983) él se sentó a reflexionar en torno a las condiciones vocales y éticas que deberían tener los cantantes. No fue el primero en hacerlo porque se recuerda el caso de Enrique Jorrín y el cha cha chá, que cuando el cantante principal se fue de la orquesta decidió que no habría más solistas y a partir de ahí toda la orquesta cantó, y así eliminó lo solista del género musical que había creado.
Formell tuvo un tremendo soporte vocal con Pedro Calvo y, además, Juan Formell integró siempre a varios solistas, porque una de sus claves estuvo en lo vocal y en la combinación de los timbres de voces.
¿Es cierto que te llamaron varias veces del Comité Central del PCC?
Sí. Me llamaron unas cuantas veces, pero ya tú sabes, lo de siempre: Que, si el tema está muy subido, que es muy caliente, que podría generar problemas. Hasta ahí la cosa porque conmigo no hay vuelta. Soy cubano y militante, y me comporto como tal.
¿Por qué escribiste “No soy de la gran escena”?
Bueno, todos saben que De la gran escena es (fue) un programa de la televisión cubana donde solo pasan (pasaban) videos de “la élite” como si en Cuba existiesen tales. Se ve a Madonna, a Plácido Domingo, que sé yo, a Luis Miguel, a Ana Belén, y a Pablo, sí, pero los grupos bailables cubanos no salían ahí. Una vez le pregunté al director de ese programa el porqué de esa situación y me dijo que, bueno, que lo que pasaba era que no teníamos presencia. Yo cogí un encabronamiento (malestar) de tal magnitud, y perdonen la expresión, que llegué a mi casa y de un solo tirón me salió el tema en respuesta a lo que había vivido. Porque Michael Jackson sí, pero nosotros no. Y mira que le hicimos llegar videos de nuestros logros en Europa, en todas partes, pero nada.
“No soy de la gran escena” estuvo en el primer lugar de las carteleras radiales de Cuba durante más de tres meses, algo inaudito en un país donde se hace y consume mucha música.
“No soy de la gran escena“ es un tema bien local, bien cubano y es una lástima que no pudo trascender a todo el mundo por lo localista, porque está admirablemente concebido. A lo ácido y realista de la letra se debe agregar la estructura musical, donde Formell, en un verdadero alarde de virtuosismo, hace parte del primer concierto de piano de Tchaikovsky en tiempo de songo. Inaudito y sabroso.
Por ese tema las visitas al Comité Central de PCC fueron varias, pero el absoluto respaldo de los cubanos y de la radio hizo el resto. Es que mayor declaración de cubanía no se podía y ahí estaban Formell y Calvo, militantes y combatientes por la defensa de su país.
Anécdotas
La primera vez que estuvo en Venezuela no fue para presentarse en Caracas sino en Barquisimeto. Increíble, porque enseguida regresaron a Cuba, sin pasar por la capital venezolana. Pero van anécdotas.
«Una vez estábamos llegando al aeropuerto de Madrid. También estaba llegando Rubén Blades. Nuestro avión tocó pista primero. Pero había un gentío esperando al panameño, que estaba pegadísimo con “Muévete”. Había un equipo de seguridad esperándolo con cargadores de equipaje y todo. Nosotros no. Nosotros estábamos cargando nuestras cosas, nuestras maletas, cuando de repente se acerca Rubén y comienza a cargar las maletas mías. Me dijo que le permitiera el honor y me pidió que disculpara a la gente porque ellos en realidad no sabían quién era el más grande. Y yo era el autor de la pieza que lo llevaba esa vez a España. Todos se quedaron estupefactos. Hasta yo. Pero fue hermoso».
Así le han pasado cosas con Belafonte, con Alfredo Chocolate Armenteros, con Enrique Papo Lucca…
Juan Formell cumplió su sueño de tocar en El Poliedro de Caracas, en noviembre de 1991, en el marco del Primer Festival de Música Latinoamericana de Caracas. Anhelaba presentarse ante el público de la salsera capital venezolana.
Epílogo y actualidad
Fue uno de los músicos que más se dedicó a reflejar en sus temas la crónica de su pueblo, la cotidianidad y los problemas, reflejando la capacidad de los cubanos de hacer de los más difíciles momentos un chiste salvador.
Nació el 2 de agosto de 1942 y falleció el 1 de mayo de 2014 en La Habana, su ciudad natal, por complicaciones de salud.
Su hijo Samuel asumió la dirección de la orquesta desde 2004, y en la banda también participan la hija de Juan, Vanessa (quien sustituyó a Yenisei Valdés cuando ésta se casó y viajó a EE.UU.) y Juan Carlos, ocupando el puesto de bajista que dejó vacante su padre. Toda una responsabilidad.
Samuel es un destacado percusionista y sabe lo que significa el legado de su padre. Claro que lo sabe… y lo honra.
NOTAS:
Lil Rodríguez es una reconocida periodista venezolana y ex directora del canal de Televisión de su país TVES.
Tomado de teleSURtv.net