La casa que se sueña libro
Por: Sheyla Delgado Guerra Di Silvestrelli.
Hay una dirección en la capitalina calle Obispo, la más transitada de Cuba, donde el libro se hace sueño. Y, también, desvelo. La casa que acoge, dentro y fuera de sus nueve pisos, a una familia con una vocación compartida: la de la literatura como oxígeno e impulso, y la del libro como razón para salvar desde la cultura.
Esa casa cumple sus primeros 54 abriles: el Instituto Cubano del Libro. Creado el 27 de abril de 1967, tuvo entre sus antecedentes —luego de enero de 1959— a la Imprenta Nacional de Cuba, la cual naciera cinco años antes.
Recorrer estas más de cinco décadas, implica desandarle las páginas a un país sin que se le escapen territorios ni gentes. Leerle los sueños. Cada familia, de un modo u otro, ha recibido la bendición de un libro que lleva impresas, como notas anónimas a pie de página, las energías todas de quienes lo soñaron antes: impreso o digital…; de quienes le hicieron posible el viaje a sus manos.
Por eso se hacen tan difíciles las listas y los nombres, o los números con que suelen resumirse proyectos y obviar las horas extras sin precio humano posible.
Quizás baste, eso sí, resumirle el testimonio a una casa, retratándole los años a una Feria —desde La Cabaña, al otro lado de la bahía habanera, y hasta cada provincia que la abraza— para entender lo que el libro y la lectura pueden. Y, además, lo que esa casa en Obispo, junto a sus sellos, instituciones y el Sistema de Ediciones Territoriales, han significado para Cuba como país y como pueblo.
Porque el hecho de que la Feria Internacional del Libro sea el evento cultural más aglutinador de la nación, tal vez sí alcance a ilustrar las noches de más y el descanso de menos que a veces no podemos decir, de a uno, y toca agradecer en un todo.
Este 2021 la pandemia impidió volver a La Cabaña, pero no el regreso permanente al libro. Múltiples han sido las propuestas, las alianzas, los espacios… incluyendo nuestro «Espacio Virtual del Libro» en Cubadebate con todo un año literario como regalo.
El Ministerio de Cultura y el ICL diseñaron una Jornada por el Día del Libro Cubano que mucho se agradeció; en tanto, la poligrafía ha seguido en su desvelo de llevar, el año en curso, los 556 títulos proyectados.
Hacer un libro, pensarlo, escribirlo, diseñarle antes el camino a la decisión que lo conduce a buenas manos…, son oficios de amor a prueba de paciencia. Y una paciencia que es siempre fértil cuando ese amor es sincero, entrenado más para dar que para recibir. En todo caso, el agradecimiento está allí también, en las páginas que disfruta el destinatario de tanto esfuerzo. En la línea que nunca se lee en voz alta, pero que se dibuja sonrisa y se escapa en un suspiro.
Tomado de Cubadebate