Jazz y Revolución
Por: Félix Antonio Bolaños Leyva
Con cada nueva edición del Festival Internacional Jazz Plaza reafirmo la certeza de que un evento de este alcance y calidad en una nación del Tercer Mundo no sería posible si no existiera la Revolución cubana, a pesar de que en sus inicios fuera mal visto por algunas autoridades culturales del momento. Me explico:
Su génesis fue en una Casa de Cultura, de las tantas que hoy funcionan a todo lo largo y ancho de nuestra geografía, nacidas de aquella idea de Fidel de masificar y acercar la cultura a todo nuestro pueblo. Como es bien conocido, Bobby Carcassés (Premio Nacional de Música 2012), en 1979 organizó una serie de conciertos en la Casa de la Cultura de Plaza de la Revolución, los cuales serían el preludio del evento, que primero fue muy local, luego nacional, para más tarde llegar a ser internacional, y que tuvo su primera edición en 1980.
En la actualidad el Jazz Plaza es animado, fundamentalmente, por jóvenes músicos cubanos de una extraordinaria calidad demostrada en los más disímiles escenarios del mundo; me refiero a instrumentistas de la talla de Roberto Fonseca, Dayramir González, Gastón Joya, Orlando Valle (Maraca), César López, Harold López-Nussa, por solo mencionar algunos de ellos; que no solo prestigian el evento, sino que lo han convertido en uno de los más prestigiosos a escala global, de ahí que otros distinguidos jazzista de Norteamérica, y otras partes del mundo, consideren significativa su participación en la edición cubana.
Esos músicos que he mencionado —junto a muchos más—, joyas indiscutibles del pentagrama nacional, fueron formados en las escuelas de música creadas por la Revolución, esas que, a pesar de bloqueos y carencias, siguen graduando músicos todos los años.
Sobre el impacto de las escuelas de música para la cultura nacional es necesario detenerse para profundizar. Este tipo de enseñanza es actualmente una de las más costosas en el mundo. Como ya dije en otra ocasión, según cifras divulgadas por un sitio digital europeo, ronda los 65 mil euros por educando solamente la enseñanza media, sin contar costos del instrumento, mantenimiento, audiciones y pruebas, por lo que los pobres no pueden acceder a ella; pero en Cuba es un privilegio que da la Revolución, y como política, desde cualquier rincón un niño, si cumple los requisitos técnicos, tiene derecho a matricular gratuitamente en una escuela de música.
Todavía recuerdo las palabras de César López, en ocasión de la entrega de la distinción Por la Cultura Nacional a un grupo de artistas en la base del monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución: “Somos agradecidos” fue la expresión que, parafraseando la canción de Raúl Torres, utilizó como cierre a las palabras de agradecimiento en nombre de los condecorados. En ellas recordó cómo la Revolución y el programa cultural impulsado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, hizo realidad las vocaciones artísticas de quienes merecieron la distinción.
Por otra parte, no me queda la menor duda que si algún evento cultural internacional hoy contribuye a romper el bloqueo que nos impone el vecino del Norte, es precisamente el Jazz Plaza. Lo aseguró el presidente del Comité Organizador, Víctor Rodríguez, en la conferencia de prensa realizada en el Hotel Nacional de Cuba, en ocasión de una edición anterior del evento, cuando anunció la presencia de una importante delegación de músicos norteamericanos para participar del Jazz Plaza, a pesar de las presiones del gobierno norteamericano; presencia que se mantiene en la actual edición.
Sin duda, el Festival Internacional Jazz Plaza, que además contribuye muchísimo en la actual batalla contra la indecencia, la incultura y el mal gusto, será un espacio para disfrutar de la maestría de nuestros músicos, quienes se han preparado para ofrecer espectáculos de excelencia para su pueblo.
Acompañémoslos en cada uno de los espacios, desde Santiago hasta La Habana.