Humberto Rodríguez: sinónimo de teatro
En el primer piso de la edificación, por el pasillo del ala oeste al fondo, al atravesar la puerta, pude apreciar más que una clase de teatro, un suceso de gran trascendencia. Las palabras precisas, profundas, sentidas, junto al movimiento corporal que apoya y cierra el discurso sentido de la obra, hacen la expresión orgánica e impregnan verosimilitud a la actuación. El Sistema Stanislavski o el método fraguado en la experiencia de los años, han sido los instrumentos que han tallado a cada aficionado, transformando esa piedra extraída de la comunidad, en el diamante deslumbrante que se muestra como el arte vivo ante nuestros ojos. Y es, Humberto Rodríguez García, profesor–instructor, el orfebre, el artesano del alma teatral; indiscutible e imprescindible figura, quien se ha ganado el reconocimiento por su meritoria labor en las tablas.
Fue, en el año 1979, cuando creó el grupo de teatro aficionado Olga Alonso, cuya sede se encuentra en la Casa de la Cultura de Calzada y 8, en la localidad del Vedado, municipio Plaza de la Revolución. Muchos han sido los agradecidos por su arduo trabajo pues, tanto el teatro, como el cine y la televisión, se han nutrido de actrices y actores de necesaria referencia, tales como el actor, dramaturgo y artista de la plástica, Jorge Perugorría, el actor Bárbaro Marín y la actriz y profesora Corina Mestre, por solo citar algunos. Por cierto, esta talentosa actriz, su primera alumna, al ganar su primer premio de actuación se comunica con el profesor Humberto por vía telefónica y le dice: «Profesor, me urge pasar por la Casa de la Cultura a verle. He recibido un premio que es compartido por los dos».
Ha sido el visor que ha sabido captar el talento para encaminarlos al universo de la actuación profesional.
Profesor de múltiples galardones: Premio Olga Alonso, Premio Nacional de Cultura Comunitaria, Premio al Mérito Artístico, distinción Por la Cultura Cubana, Gitana Tropical, Profesor Emérito, Premio a la Utilidad de la Virtud, entre otros que reconocen y reverencian la gran obra creada.
Al salir de la Casa de la Cultura, en el lobby, escuché a una madre y su hijo, preguntar por el profesor Humberto Rodríguez: «Quiero que mi hijo reciba clases de teatro. Quiero que sea él». Entonces, visualicé el proceso. Y vi el talento en bruto hecho arte. Y advertí que el futuro tendría un nuevo actor, a quien, también, le sobrarían los motivos para agradecerle, infinitamente, al gran profesor-instructor Humberto Rodríguez García.