Gitana Tropical, aspiración y conquista
Sin duda, Víctor Manuel García Valdez (1897-1969) marcó con su obra artística en las artes plásticas una época fértil que transcurrió entre 1925 y 1940. Sus dotes fueron desarrolladas por su maestro, Leopoldo Romañach, en la Academia de Bellas Artes San Alejandro, en La Habana; sin embargo, es con las influencias del arte de la vieja Europa que maduran algunos conceptos y preceptos para realizar su obra, pues llega a la clara comprensión de que con las técnicas novedosas puede abordar mejor temas y contenidos de la realidad cubana.
Su obra se identifica con el postmodernismo y es en París donde va creando una colección de paisajes y cabezas de mulatas en las que se aprecia un acercamiento al tema y se muestra la influencia del exotismo manifiesto en París, con el indigenismo que se desarrolla en Latinoamérica. Es en los finales de la década del ´20 en París que nace en el lienzo su cuadro más reconocido, aquel que lo define en su cubanía: una pequeña pintura, plasmada sobre madera y premiada en el Salón de Pintores y Escultores de 1929, representando una muchacha mestiza, de mirada profunda, en mi opinión, teniendo un paisaje como fondo.
Sobresale “Gitana Tropical”, entre otras piezas de su obra, porque escapa de lo imitativo y del folklorismo superficial con que se mostraba la realidad y el entorno nacional en aquella etapa. Constituye un mito de la pintura cubana que marca un antes y un después en su obra y lo inscribe en el parnaso pictórico cubano. Lo cierto es que con ello, Víctor Manuel se cataloga, junto a Carlos Enríquez, Fidelio Ponce y Eduardo Abela, como la primera vanguardia artística cubana del siglo XX y abre un camino a otros jóvenes artistas cubanos que trascienden su propia obra, pero confirman su magisterio en tal sentido.
Por su calidad y simbolismo, quienes velan por el desarrollo de los procesos culturales en la capital cubana, han decidido entregar, como reconocimiento principal, una réplica de esta pieza que constituya inspiración para el quehacer cultural y se convierta en aspiración y conquista al mismo tiempo. Para quienes son nominados a éste, resulta sorprendente el amplio ámbito que se tiene en cuenta para su otorgamiento.
La Dirección Provincial de Cultura de La Habana, desde 1997, hace entrega cada 20 de octubre, por el Día de la Cultura Nacional, del citado reconocimiento para lo cual desarrolla un profundo proceso de trabajo, identificando entre artistas profesionales y aficionados, etnólogos, filósofos, periodistas, sociólogos, proyectos socioculturales comunitarios, gestores y líderes de proyectos, aquellos que pueden ser acreedores por los resultados que se manifiestan cualitativamente en las comunidades, en la transformación del barrio como génesis de la sociedad de hoy; esto resulta novedoso, pues se proyecta sobre un concepto amplio de cultura.
Desde entonces, han sido reconocidas muchas instituciones, así como representativos hombres y mujeres de la cultura en su acepción más amplia. Resaltan nombres como: Silvio Rodríguez, Rosario Cárdenas, Joaquín Borges Triana, el ICAIC, Bobby Carcassés, Consejo Nacional de Casas de Cultura, Proyecto Yeti, Estudios de Grabación Areíto, Lourdes Valdivia, Pedro Martínez Pírez, Orquesta Aragón, Emiliano Sardiñas, Centro Cultural LilÍ Martínez, Proyecto Muraleando, Lizt Alfonso, Alicia Alonso, Chucho Valdés, Alicia Perea, Coro de Cámara Vocal Leo, Grupo Afroamérica, Fernando Rodríguez Sosa, y Margarita Mateo.
Se suman a una larga lista, en la que se incluyen premios nacionales de las artes, directores artísticos, comparsas tradicionales, líderes comunitarios y miembros relevantes de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y la Asociación Hermanos Saiz, todos ellos espejo de su tiempo y transformadores de nuestra sociedad, en la búsqueda de nuevos logros del arte y la cultura.
Estos motivos, y la belleza en sí de la “Gitana Tropical”, la convierten en premio justo para aquellos que marcan una impronta en la vida cultural de La Habana.