Fidel y el Sistema de Ediciones Territoriales
Por Félix A. Bolaños Leyva
El desarrollo de la industria editorial en nuestro país, en sentido general, le debe mucho a la obra fundacional desarrollada por Fidel a lo largo de todos estos años de Revolución.
Para comprender bien el valor de esa obra fundacional hay que hacer un poco de historia. En Cuba, antes de la Revolución, como consecuencia de una herencia colonial, del mercantilismo burgués y de una estructura socioeconómica deforme, los escritores eran en su inmensa mayoría unos desafortunados productores de una mercancía sin mercado, pues ninguno de los gobiernos republicanos se preocupó por promover la reflexión, la poesía y el arte en sentido general.
Existían, sí, algunas muy bien montadas imprentas particulares, con los últimos adelantos modernos para hacer libros de exquisita factura, pero los escritores, si no pagaban de su bolsillo, simplemente se quedaban inéditos.
Esa es la historia que no podemos olvidar.
Pero afortunadamente llegó la Revolución con Fidel al frente y una de las primeras medidas que implantó fue la creación de la Imprenta Nacional, luego del Instituto Cubano del Libro y comenzaron a surgir una serie de editoriales nacionales, como Letras Cubanas, Arte y Literatura, Ciencias Sociales, Gente Nueva, y la Editorial Oriente allá en Santiago de Cuba, entre muchas otras.
Ese sistema editorial, junto a las reformas de la enseñanza, provocó una verdadera explosión de escritores que ahora sí tenían la posibilidad de publicar sus libros, y además, que llegaran a los cubanos a través de toda la red de librerías que fue creada de igual modo y sobre todo, que fueran leídos y reconocidos.
Uno de los aportes más recientes de Fidel al desarrollo de la literatura insular fue la creación del Sistema de Ediciones Territoriales, que fue la respuesta a una necesidad imperiosa como consecuencia del Período Especial, en el cual, como se sabe, se deprimió sensiblemente la industria editorial cubana a inicios de los años noventa del pasado siglo, y como resultado se fue acumulando una enorme cantidad de textos en espera de su publicación.
En el Sexto Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, celebrado en 1998, se abordó con mucha fuerza esta problemática y Fidel se convierte en el principal impulsor de la idea de crear un sistema de editoriales que abarcaran todas las provincias; dotadas, además, del equipamiento necesario para producir libros y dar respuesta así a la gran cantidad de escritores que esperaban por la publicación de sus obras.
De inmediato el propio Fidel se puso en función de esa tarea y dedicó largas jornadas de discusiones conceptuales y logísticas que comenzaron en el propio congreso de la Uneac y tomaron cuerpo definitivo poco tiempo después.
Fue así como se comenzó a dotar a 22 sellos editoriales repartidos por toda geografía nacional de equipos de impresión (las famosas Risograff), computadoras, guillotinas, presilladoras y papel, entre otros medios; al tiempo que se llevaba a cabo la capacitación de las personas que los operarían, así como de editores y diseñadores.
El 13 de agosto del año 2000, precisamente en saludo al cumpleaños de Fidel, se presentaron los primeros frutos de este ambicioso proyecto, que ha permitido enriquecer el mundo del libro y sobre todo, lograr una idea que al principio parecía un tanto quijotesca: que todo aquel con talento tuviera la oportunidad de publicar, y eso se cumplió de manera sobresaliente, con la eclosión de autores que se produjo a partir de ese momento.
Asimismo se ha dado continuidad a todo un movimiento literario de creadores jóvenes, que han ido también expresándose a través del sistema, y se ha producido un crecimiento profesional de todos los que laboran en torno al libro, como los editores y diseñadores.
El aporte del Sistema de Ediciones Territoriales a las letras del patio ha sido considerable. Veinte años después del inicio de las acciones, las estadísticas prueban el despertar de muchas expectativas creadoras y la reanimación de diversas actividades fabriles propias de la industria del libro, tras la crisis económica que supuso el llamado Período Especial.
Entre los más de siete mil títulos que han visto la luz se encuentran textos con una reconocida calidad, y catálogos que suman talentos de todo el país, que son la muestra de ese desarrollo y de la sabia y oportuna idea de ese gran hombre que tanto hizo por la cultura general de los cubanos.
Fotos: Cinthya García Casañas, publicadas en Cubadebate