El teatro profundo de Adria Santana
Por: Lisdanys Alfonso Rivas.
«Sí, yo sí, yo soy actriz de teatro. Creo que ahora me estoy defendiendo un poco mejor en la televisión, pero no lo manejo como manejo el teatro y no quiere decir que el teatro lo maneje… ¡vamos, que yo soy la reina del teatro!, ¡NO!, pero yo conozco el escenario, ¿sabes? sé cómo moverme en un escenario, tampoco quiero ser orgánica, entre comillas, porque creo que hay actores que por ser tan orgánicos no son nada y creo que eso tampoco es así.
»Creo que el actor tiene que proyectar verdad, humanidad, lo que sea, a través de su personaje, a través de otro ser humano, porque eso es lo rico que tiene el actor, que conoce y sabe y te abre un poco la manera de entender a las personas y de conocer a otros seres humanos, que es con lo que nosotros trabajamos. Nosotros trabajamos con seres humanos y eso yo creo que el teatro te da la posibilidad de hacerlo profundamente».
Adria Santana estaba clara cuando le comentaba a Amaury Pérez, en el programa de la televisión Con 2 que se quieran basta. Porque cuando Adria actuaba no nacía un personaje, nacía otro ser humano, profundo, legítimo. Esa seguridad en sí misma, notable en sus palabras, y que a ratos adquiría tonos de indecisión, no era más que la seguridad misma abierta a la duda para crecerse y acercarse más a la verdad.
A pesar de reconocerse a sí misma como una actriz de teatro, su carrera alcanzó una amplia repercusión en el cine con filmes como Casa vieja (2010) de Lester Hamlet; Brainstorm (2009), de Eduardo del Llano; Mañana (2005), de Alejandro Moya; Tropicola, de Steve Fagin; Tierra índigo (1995), de Jean Sagols, entre otras cintas.
Se sabe de su estampa en televisión con la telenovela Añorado encuentro (2010), de Virgen Tabares; el policiaco Tras la huella (2007), con dirección de Rafael Ruiz; en los teleplays Escapar (2006), de Rudy Mora, y Anonimato (2005), de Roly Peña, así como en las series Los Herederos (2003), de Juan Vilar; Coco Verde (2003), de Roly Peña, y la afamada y educativa Doble juego (2001), de Rudy Mora, junto a otros programas de corte televisivo.
Teatro Estudio la acogió en sus teloneros brazos durante 20 años. Allí se consolidó su brillo y luego pasó a integrar la Compañía Hubert de Blanck.
Durante su provechoso y amplio recorrido teatral trabajó con célebres directores como Vicente y Raquel Revuelta, Berta Martínez, Carlos Díaz y Abelardo Estorino, este último de quien fue íntima amiga y con quien creció como artista y ser humano, una de las personas -según comenta a Amaury- que más ha querido y de las personas más importantes en su vida.
Los actores emprenden un camino hacia el conocimiento de un otro. El camino que comenzó Adria terminó un día como hoy, pero diez años atrás, en una madrugada habanera, lóbrega como la muerte que se la llevó para siempre hacia otro lugar, remoto, de paz eterna.
Fuente: Granma