El son cubano. A propósito de su día
Autor: Rafael Lam.
El son cubano cobra nueva vida a partir de este 8 de mayo en que se establece el Día del Son, en homenaje a esta expresión músico-danzaria y al legado musical de dos grandes exponentes: Miguel Matamoros y Miguelito Cuní,
Para muchos es de interés saber exactamente qué quiere decir la palabra “son”. Desde los más remotos tiempos de la lengua, se denomina son a cualquier aire musical más o menos melódico, sencillo o complejo, profunda o levemente rítmico. Poco a poco esta palabra fue derivando hasta nombrarse con ella a un estilo de baile.
En la Edad Media la palabra son la encontramos en la Égloga de Cristino y Febea, de Juan de la Encina, escrita antes de 1500: «hazme por probar un son». De manera que la palabra indica un ritmo para bailar. Un conjunto de sonidos danzables1.
La manera en que en la zona oriental de Cuba, se le fue llamando son a una música bailable, se pierde en la noche de los tiempos. Lo cierto es que se acuña la palabra en Cuba. Se hace una “marca” musical que se gana la más grande de las islas del Caribe.
A fin de cuentas, es en Cuba donde más rápidamente se concretan y sintetizan las músicas. Una oleada de hispanos y africanos invaden estas tierras desde 1492.
Según considera María Teresa Linares, el son fue el primer género musical en implantar un boom nacional, a partir de 1920 con la creación del formato del sexteto y después, en 1927, de los septetos con trompeta. En 1925, según datos de Senén Suárez, el Sexteto Habanero grabó “Maldita timidez” (29 de octubre de 1925), su primera pieza hasta llegar a más de cien títulos. En 1926 grabó el Sexteto Occidente de María Teresa Vera para la Columbia. En 1927 graba el Sexteto Nacional de Ignacio Piñeiro, en Camden, Nueva Jersey2.
Muy rápido las disqueras estadounidenses se percatan de la riqueza musical de Cuba, que privilegian a esta Isla como la más favorecida en las grabaciones musicales.
Baste escuchar las músicas de otros países del Caribe y toda América Latina para percatarse de la fuerza de la música cubana en comparación a lo que se hacía en otros lugares.
Poco a poco, muchos países comenzaron a influirse de los ritmos cubanos, en especial el son. Como dice Rogelio Martínez Furé: «El son tiene su equivalente en los calypsos de Trinidad, Jamaica y Bahamas; en el beguine y la lagghia martiniqueña; en la plena de Puerto Rico; en los merengues haitianos y dominicanos; en los roundeances de las Islas Caimán»3.
De la estructura del son no solamente influye Cuba a toda la zona; también influye el modo de vida: el espíritu gozador, sensual, lúdrico. No olvidemos lo que expone el musicólogo Olavo Alén: la riqueza mayor que Cuba puede darle al mundo es su alegría contagiosa y, la alegría vale un tesoro. Sin alegría no hay vida.
Cuba también ofrece su baile, sus danzas afrodisiacas y trepidantes. Cuba es una creadora y exportadora de ritmos y bailes. Desde Cuba se han exportado más cargas de música que de azúcar, ron, tabaco y café.
Para que el homenaje sea completo vamos a terminar cantando la siguiente canción de Silvestre Méndez, en la voz de Benny Moré:
“Yiriyiribón”
Me gusta mulata la rumba,
me gusta mulata la conga,
bailar al compás de un tambor,
tocado por manos de negros cubanos,
que hayan jurado tocar el tambor.
Yiriyiribón, yiriyiribón, yiriyiribón.
En Cuba se corta la caña.
En Cuba se toma café.
En Cuba se baila el bembé,
se fuma tabaco, se toma guarapo,
y atrás de la comparsa,
se va echando un pie.
Yiriyiribón, yiriyiribón, yiriyiribón.
Fue grabada por el Benny con la orquesta de Rafael de Paz en 1951, en México, antes de su regreso a Cuba.
NOTAS:
1 Feijóo, Samuel. El son cubano: poesía general. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1986, p. 9.
2 Lam, Rafael. Buena Vista Social Club y el son cubano. Editorial José Martí, La Habana, 2014.
3 Martínez Furé, Rogelio. “Diálogos imaginarios”. La Gaceta de Cuba, La Habana, marzo, 1974.