El libro dijo presente
Por: Madeleine Sautié.
Volver al Instituto Cubano del Libro es mucho más que avanzar por la calle Obispo; mucho más que llegar a la intersección que hace con Aguiar, y toparse allí con la bella estampa que ofrece la librería Fayad Jamís, recién restaurada, acicaladas sus vidrieras con nuevos títulos.
Estar frente a él, en diciembre de 2021, y hallar en su interior respuestas, es un triunfo incuestionable de un país, que por casi dos años ha protegido –con modos más que sabidos– a sus trabajadores y a sus hijos todos. Hacerle la visita significa un deshielo, el de las absolutas restricciones sostenidas ante la pandemia, para asumir otros cuidados, los que nos permiten ahora asistir a sus habituales espacios, que poco a poco descorren cortinas, y nos permiten regresar al abejeo literario del país, disperso en sus tertulias, lecturas de bellas letras, zonas de debates y crecimiento del espíritu.
Si bien la Feria del Libro no pudo celebrarse, el sistema del libro cubano se las arregló para que el libro mantuviera, en el contexto actual, su natural vitalidad. La búsqueda y consumación de alternativas nunca antes pensadas fueron un hecho.
Digamos para empezar que, si bien la exhortación a la población era la de quedarse en casa –amén del cierre o trabajo limitado de las instituciones–, fue el libro el que tocó las puertas de no pocos hogares cubanos. Provincias como Matanzas, Camagüey, Pinar del Río y La Habana consiguieron destacarse en esta nueva modalidad coordinada desde el Centro Provincial del Libro y la Literatura.
Digno de destacarse ha sido el desarrollo del ebook o libro digital, que a través del Observatorio del Libro Cubano y de Cubaliteraria –Editorial digital y Portal del Instituto Cubano del Libro– permitió obtener este producto.
Un impacto muy positivo tuvo el trabajo literario con las comunidades desfavorecidas. Las 65 de la capital y muchas otras a lo largo del país fueron escenarios en los que se hicieron extensiones de venta desde las librerías y donaciones de libros. Se creó la modalidad de la Bibliocasa, una iniciativa que habrá de sostenerse. En determinados inmuebles se ubicó un módulo de 50 libros, con prevalencia de textos infantiles y juveniles, lo que permitió a los visitantes realizar lecturas gratuitas de los libros elegidos, además de recibir la orientación y recomendaciones de la persona encargada de la bibliocasa, que recibiera previamente, desde el Centro Provincial del Libro y la Lectura y las bibliotecas municipales, una preparación para tal desempeño.
Durante las campañas de vacunación el libro fue también un aliado. Más de 39 187 ejemplares se comercializaron en los vacunatorios.
Poco a poco se empiezan a restaurar los espacios culturales, tal como hicieran a mediados de diciembre el café literario Aire de Luz y Libro a la carta, que conducen la poetisa Basilia Papastamatíu y el periodista Fernando Rodríguez Sosa, respectivamente.
Las 294 librerías y los más de 30 puntos de venta de libros se encuentran activados y lo hacen no solo con los libros guardados, sino con más de 500 novedades. A ello se suman más de 600 títulos digitales que, si bien antes se comercializaban solo internacionalmente, hoy se hacen desde el país. Desde Cubaliteraria unos 200 libros han resultado de libre acceso para la población.
Los Sábado del Libro, un gustado espacio que disfruta la familia capitalina, se realizaron de forma virtual para ser compartidos en redes sociales, y seguirán siendo llevados a dicha escena, incluso cuando ya empiezan a celebrarse de forma presencial.
Octubre nos trajo la buena nueva, aquella que anunciaba la celebración para 2022 de la 30 Feria Internacional del Libro de La Habana, que llegará desde el 10 hasta el 20 de febrero próximo para concluir el 30 de marzo en Santiago de Cuba.
Para la cita que tiene al entrañable México como País invitado de honor, el lector tendrá a su disposición más de 900 novedades editoriales, con más de cuatro millones de ejemplares a lo largo y ancho de la Isla y una muestra cultural mexicana de excelente factura.
Fuente: Granma