El código de los saberes
Por: Pedro Norat Soto.
El venidero 25 de septiembre, cubanas y cubanos vivenciaremos una jornada histórica y trascendental para el perfeccionamiento del proyecto social que construimos y defendemos, principalmente para su célula fundamental: las familias.
El documento, que será sometido al ejercicio democrático de la ciudadanía insular, es un código moderno, inclusivo, democrático y de avanzada. Puede ser llamado de diferentes maneras: código del amor, de los cariños, del entendimiento, de la tolerancia, de los saberes. Sí, de los saberes, porque este precepto legal es fruto de la confrontación y concordancia de muchos y variados saberes, que van desde la academia y la especialidad, hasta la sabiduría popular, acumulada por el ser y el razonar cotidianos.
La formulación e intercambios de conceptos y criterios, la mayoría coincidentes, otros dispares, se inició con la conformación de una comisión multidisciplinaria, integrada por diputados, representantes de instituciones y organizaciones sociales y de masas, que recibió el encargo de la nación, de redactar la norma jurídica, que como expresó Miguel Díaz-Canel, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República: «Es una ley que ha recorrido un largo camino, buscando consensos sociales y académicos. Su construcción ha supuesto la coexistencia de saberes aportados desde distintas ciencias».
Recordemos que el anteproyecto salió de los límites del grupo temporal de trabajo y llegó a otro grupo de personas con otros saberes y conocimientos.
Desde que se comenzó a elaborar el proyecto primigenio, hasta la aprobación por la Asamblea Nacional del Poder Popular para que sea sometido a referendo popular el domingo 25 de septiembre, el texto contó con 25 versiones, como resultado de un necesario, intenso y enriquecedor proceso de consulta, conciliación y consensos que incluyó el aporte de legisladores, expertos, académicos y población en general.
Parafraseando a un conocido programa de la Televisión Cubana cuando afirmaba que «tantas miradas no pueden estar equivocadas», hoy podemos afirmar que tantos saberes no pueden estar descaminados.