Dulce María Loynaz vive en su Isla
Por: Grisel Chirino Martínez.
De no haber escrito Jardín, la vida de Dulce María Loynaz hubiera sido su más acabada novela.
Nacida en diciembre de 1903, en tiempos de república de ostentosa utilería, de agonías románticas y pujanza modernista, el ciclo vital de la Loynaz incluyó desde la cuna todos los ingredientes de un gran argumento novelesco.
Su padre, un general del Ejército Libertador, enclaustró a la familia en un ambiente idílico e hizo que sus hijos se instruyeran en el propio recinto hogareño. Ese espacio constituyó el ámbito fundamental de la infancia de la poetisa y sus hermanos, para luego tomarse como desquite una juventud de incesante viajar.
A los 16 años publicó la Loynaz sus primeros poemas e inició su recorrido por el mundo. Anduvo por Norteamérica y casi toda Europa. Visitó Turquía, Siria, Libia, Palestina, Egipto, México, Suramérica y la península ibérica.
Se graduó de Derecho Civil y ejerció la abogacía sin dejar de escribir versos y de colaborar con diversas publicaciones del país.
Fue Dulce María la intelectual cubana que más reconocimientos alcanzó en su tiempo. Desde lo más alto de la Academia Cubana de la Lengua y un asiento en la Real Academia Española, hasta el Premio Nacional de Literatura y el Cervantes que concede el país ibérico.
Se dice, y no es menos cierto, que la insigne poetisa prefirió la soledad y el apartamiento, pero muchos la rodearon con su entrañable amistad. Entre ellos, dos grandes: Gabriela Mistral y Federico García Lorca.
Considerada una de las voces magníficas de la lírica en lengua española del siglo XX, Dulce María Loynaz publicó su primer libro de versos en La Habana en 1938. Luego le secundarían otros textos impresos en Madrid: Juegos de agua, Poemas sin nombre, Últimos días de una casa, entre otros poemarios.
En Cuba, tras el triunfo revolucionario se dieron a conocer dos de sus obras: Poesías escogidas y Poemas náufragos, pero su creación literaria comprende también otro par de textos en prosa: la novela Jardín y el libro de viajes Un verano en Tenerife. Su poesía es una de las grandes riquezas de la cultura cubana.
Dulce María Loynaz falleció el 27 de abril de 1997 en su patria antillana, “a la orilla del golfo”, el lugar predilecto donde escribió y eligió vivir una existencia no menos novelesca que él más monumental de sus textos.