Chano Pozo: Su vida
A propósito de la próxima edición del Festival Internacional Jazz Plaza, vale proponer a los lectores un texto publicado recientemente y que rescata a uno de los músicos que fue protagonista en la creación del jazz afrocubano.
Caminar tras la leyenda, intentando encontrar asideros reales que la reafirmen; visibilizar, más allá de la anécdota, la espontánea genialidad de un hombre controversial donde los haya, y documentar las circunstancias que hicieron posible su contribución a la cultura musical cubana y al jazz, son algunos de los objetivos que se propone la filóloga e investigadora musical, Rosa Marquetti, en el libro Chano Pozo. La vida (1915-1948); una biografía del mítico músico cubano, que vio la luz por la Editorial Oriente y que aún se puede encontrar recorriendo las librerías capitalinas.
Luciano Chano Pozo González (La Habana, 7 de enero de 1915-Nueva York, 2 de diciembre de 1948) fue un consagrado percusionista y compositor, conocido como El Tambor de Cuba; considerado un revolucionario entre los tamboreros de jazz, al introducir en ese género musical norteamericano «una nueva y vigorosa energía», al decir del destacado etnólogo cubano don Fernando Ortiz.
De Chano ha afirmado Dizzi Gillespie que era realmente un adelantado a su tiempo: «Los percusionistas, los tamboreros actuales no se han apartado de su estilo. Todavía no se han apartado de verdad de lo que Chano Pozo tocaba. Hacen algunas cosas diferentes, claro, pero fue Chano Pozo el que fijó las bases fundamentales».
El volumen se divide en seis capítulos que recorren la breve, pero intensa vida de Chano. En el titulado ʺPrimeros años (1915-1946)ʺ la autora arroja luz sobre «aquellos azarosos y misérrimos inicios de su andar por la vida, que lo recibió con una bienvenida nada amable»; también sus primeras creaciones y grabaciones en Cuba y sus incursiones en el cabaret y el cine.
En el apartado ʺRHC Cadena Azul y Amado Trinidad (1941-1946)ʺ se recuerdan sus inicios precisamente en esta emisora de radio, donde «encontró el ámbito propicio para explayar con libertad todas sus facultades, ingenio y destreza interpretativa, y ser recibido con complacencia por quienes allí mandaban». De igual modo su relación de trabajo con otra grande del pentagrama cubano, Rita Montaner.
ʺNuebayol-Labana-Nuebayol (1946-1947)ʺ es, quizá, el más atractivo de los capítulos, pues recoge sus primeras incursiones en la ciudad norteamericana de Nueva York, los encuentros con otros músicos cubanos ya radicados allí, como Mario Bauzá, Miguelito Valdés, Arsenio Rodríguez, Marcelino Guerra, Rapindey, Machito y sus Afro-Cubans, y Olga Guillot, entre otros.
El pináculo de la breve carrera artística de Chano Pozo se expone en ʺ¡Ahora sí! (1947)ʺ. Ahí el lector disfrutará de los grandes momentos que le tocó vivir a partir de su encuentro con el famoso trompetista Dizzi Gillespie y la integración a su banda. Cuenta la autora que «Chano sedujo a Gillespie en el mejor sentido y del modo que mejor sabía hacerlo: sacando unos sonidos endiablados de su inseparable tumbadora y con un performance demasiado integral como para olvidarlo».
Este encuentro entre los dos genios «marcó necesariamente un hito dentro del convulso y original panorama del jazz en Norteamérica». A partir de ahí se concretó definitivamente la imbricación de los elementos afrocubanos con el jazz que se hacía en Estados Unidos y ese es básicamente el aporte de Chano a lo que luego se definiría como latin jazz o jazz afrocubano.
En el libro se narra, de igual modo, los trágicos sucesos que desembocarían en el asesinato de Chano Pozo, a manos del puertorriqueño Eusebio Muñoz, El Cabito, una fría noche de diciembre de 1948.
De Chano diría también don Fernando Ortiz: «Por el tambor de Chano hablaban sus abuelos, pero también hablaba toda Cuba, pues el músico Chano, que injertó en el jazz de Norteamérica una nueva y vigorosa energía, fue cubano ʺcien por cienʺ».
Y es ahí precisamente, en las palabras de Fernando Ortiz, donde se revela la importancia de rescatar para las nuevas y futuras generaciones de cubanos, la obra de esos músicos que, como Chano Pozo, contribuyeron y contribuyen, con ella, a mantener vivo un género musical que ha trascendido en el tiempo y continúa conquistando seguidores en todo el planeta.
En el siguiente video Dizzi Guillespie explica el proceso de creación del tema ʺMantecaʺ, precursor del jazz afrocubano y cómo Chano Pozo fue sugiriendo las entradas de cada instrumento. Lamentablemente no está traducido, pero se entiende. En la segunda parte del video se puede disfrutar de la grabación original, en 1948, de ʺMantecaʺ: