Carlos Faxas: operación secreta en Radio Cadena Habana
Por: Katia Camejo Montpeller.
La noticia de la muerte de Carlos Faxas Valerino, acaecida en La Habana el 21 de septiembre de 2014, privó a la música cubana de un excelente pianista, compositor, arreglista y director de orquesta; quien el 15 de febrero de 1957 dirigió la grabación de la «Marcha del 26 de Julio», en los estudios de Radio Cadena Habana.
Meses antes de su desaparición física dialogué con él sobre aquella operación secreta. Al combatiente revolucionario sus 92 años no le habían borrado los recuerdos y, cuando precisaba un dato, ahí estaba su esposa Carmen García Prieto, quien compartió cada instante de su vida. Sagaz y jaranero agradeció a la periodista que llegaba de Radio Cadena Habana a preguntar. Este fue el resultado de aquella conversación.
«Cada año vienen a indagar y yo regreso a La Habana del año 1957», me dijo con las imágenes de los recuerdos reflejadas en su rostro. «No importa rememorar horas de mucha tensión para que el mundo conozca la verdad de los hechos», comentó sin dejar de apartar la mirada de una vieja placa de acetato que sostenía en la diestra.
¿Cómo llegó Carlos Faxas a la música?
Nací el 30 de octubre de 1921 en la oriental ciudad de Manzanillo. Decían allí que era un niño prodigio por mis aptitudes para la música. Venimos para La Habana a mejorar nuestra situación. Mi padre era mecánico afinador de pianos, oficio que también aprendí y me permitió tocar por afición. Cuando tenía 14 años, un cliente que me escuchó en mi casa, me avisó de una plaza en el Teatro Martí. Me presenté, pero no sabía leer las partituras. Para entonces, vivíamos en Guanabacoa, donde muchos músicos me ayudaron a comprender unos libros que compré y estudié ininterrumpidamente por mi cuenta. Tenía 16 años, componía algo y tocaba danzones con una orquesta de aquella villa habanera.
Fue rápido y certero, entonces, su aprendizaje, ¿dónde lo ejerció?
El primer contrato fue por tres años con una orquesta en Varadero. Allí me pasaba la noche trabajando y por el día aprovechaba para estudiar. Interpretábamos temas cubanos y norteamericanos, que estaban de moda. Cuando descansaba, venía a ver a mi novia, que es hoy mi esposa. Después Reynaldo Palau me llevó a trabajar en el Gran Casino Nacional, y acompañé, entre otros, a Rita Montaner. Luego hice una temporada en el Teatro América, donde llegaba lo mejor de Cuba y el extranjero, como Josephine Baker. Pero también toqué en la televisión y algo que no puedo dejar de mencionar es mi labor en el Cabaret Montmartre.
Carlos Faxas es un hombre talentoso, muy organizado y laborioso, además de leal a las personas que lo quieren. Pero también fue intrépido. ¿Cómo se ligó al movimiento revolucionario de aquella etapa?
Mira, mi familia no tenía grandes necesidades, pero desde pequeño fui muy sensible a las injusticias. Vi maltratos, niños hambrientos, abuso de poder, igualmente supe de hombres con ideales, que me hicieron pensar que la vida podía y debía cambiar. Pertenecí al Partido Ortodoxo. En Guanabacoa conocí a René de los Santos. Él me presentó a Faustino Pérez, que tenía la misión de organizar la lucha clandestina en la ciudad. Ya Fidel Castro era un líder indiscutible y había llegado a la Sierra Maestra. Les propuse hacer una marcha rebelde y me explicaron que ya existía. Agustín Díaz Cartaya, participante en la acción de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953, la había escrito. Denominada primero la «Marcha de la Libertad», cantada por los presos de la gesta, cuando el tirano Fulgencio Batista visitó la cárcel de Isla de Pinos. Pero era importante que el mundo supiera de la existencia de la «Marcha del 26 de Julio», como es conocida.
¿Qué tarea exactamente le indicaron?
Debía localizar a alguien que se sabía la letra de la marcha. La persona era perseguida por su vínculo con las acciones del Moncada, pero mediante una contraseña accedí a él. Escribí lo que le escuché cantar y enseguida hice los contactos necesarios para la grabación. Contaba con mi cuarteto de voces masculinas, Los Faxas, y un amigo, muy comprometido con la causa insurreccional, que trabajaba en tu emisora, Radio Cadena Habana. Dos de mis cantantes no quisieron participar, por eso tuve que emplear a dos mujeres, con magníficas cualidades para el canto y muy revolucionarias. Fue así que Gilberto Aldanás, Enrique Herrera, Manón D’Asper y Sonia Aragón, hicieron las voces. Claro que la orquesta acompañante y yo también, interpretamos la enérgica melodía, para darle más realce, porque era un himno.
¿Cómo recuerda aquella histórica grabación?
Me parece estar narrando un filme de mucha tensión. Todo fue en secreto. En Radio Cadena Habana me dieron el turno para el día 15 de febrero de 1957, a las 9 y 30 de la noche. Los músicos éramos dos trompetas, un trombón, dos saxofones, el bajo, la batería y yo en el piano. El jefe de la grabación, Francisco Vilalta, estaba de parte de nosotros, pero el dueño de la emisora no debía enterarse y tampoco se movió de allí por mucho rato. No era para menos. Nos hallábamos en Prado y San José, en los bajos del edificio, y en los altos celebraba una fiesta la primera dama de la República, Marta Fernández de Batista. Había policías por doquier y eso asusta. Les dije a los músicos que no temieran porque nadie sospecharía que en tales circunstancias grabaríamos la «Marcha del 26 de Julio». Tuvimos que ensayar otro número: …titulado «Señorita, por favor»…, hasta que el dueño de la planta se aburrió y nos dejó solos. La grabación quedó muy buena y guardé algunas copias. Luego ocurrieron otros hechos que me obligaron a salir de Cuba. En Miami seguí en contacto con los miembros de la lucha insurreccional, que estaban allí. Así fue que envié una copia con uno que iba para la Sierra Maestra.
¿Cuándo se escuchó por primera vez la grabación?
No recuerdo la fecha exacta, pero fue con la salida al aire de Radio Rebelde en febrero de 1958. Yo estaba en Miami y allá la escuchamos. Todo el mundo pudo conocer aquel himno. En el exilio volví a grabar con músicos que conocí. Hubo que modificar la letra en alguna estrofa. Cuando se escribió, al calor del combate, decía: …la sangre que en Oriente se derramó…, pero se sugirió por la dirección del Movimiento 26 de Julio no regionalizarla. Por eso se conoce de otro modo: … la sangre que en Cuba se derramó… Esa versión hecha en Miami también se radió en la Sierra Maestra. Luego de la victoria de 1959, se grabó con un coro de unas 200 voces. El autor de la letra, el capitán del Ejército Rebelde, Agustín Díaz Cartaya, me conoció después del triunfo revolucionario y me felicitó por mi trabajo. Por esa época también me presentaron al Comandante en Jefe, Fidel Castro, en casa de Haydée Santamaría.
¿Cuánta satisfacción le propició esta marcha?
Soy fundador del Partido Comunista de Cuba, aun milito en sus filas. Estoy al tanto de todo lo que ocurre en mi país y en el mundo, y lo que he hecho por una noble causa me satisface. Fui al exilio por mi participación en otras acciones de la clandestinidad. Mi vida y la de mi familia corrió gran peligro, pero el miedo nunca ha sido mi vocación. Volvimos a la Isla en enero de 1959 y no he dejado de componer, de interpretar a autores nacionales y foráneos. El pueblo de Guanabacoa, mi segunda tierra, me agradece mi labor. Sus artistas, entre ellos, Bola de Nieve y Juan Arrondo, han sido mis amigos. Muchos reconocimientos y condecoraciones me ha dado el país, como la distinción Por la Cultura Nacional, la medalla Raúl Gómez García y la réplica del Machete de Máximo Gómez. Hoy siento que he cumplido con mi deber de músico revolucionario cubano.
Esta entrevista es un homenaje póstumo a Carlos Faxas Valerino y a los mártires de las acciones del 26 de Julio de 1953 en Santiago de Cuba y Bayamo.
NOTA:
En la foto: Gilberto Aldanás (izquierda) y Carlos Faxas Valerino (derecha)