Bisoños músicos de Jazz
Por: Ricardo Gómez.
La música contagia. El ritmo negro mezcla disímiles instrumentos. Se trata del jazz.
Cuentan que en algunos lugares del Sur de Estados Unidos prohibieron por ley sonar tambores y los esclavos espantaban sus penas con sonidos que salían de las palmas de sus manos y pies. Corría la segunda mitad del siglo XIX. El origen de este apasionante y pegajoso género es ubicado por expertos entre 1895 y 1917, año este último en el cual supuestamente hicieron las primeras grabaciones.
En Cuba, los amantes de estos emocionantes compases, celebrarán la edición 38 del Festival Internacional Jazz Plaza, del 22 al 29 de este mes de enero, en el que junto a figuras prominentes nacionales y del mundo, intervendrán estudiantes seleccionados por el nivel alcanzado, quienes pertenecen al Conservatorio de Música Amadeo Roldán, ubicado en el municipio capitalino de Centro Habana.
En las últimas jornadas, tanto las aulas como el teatro del centro, se estremecieron con sonidos de instrumentos pulsados por adolescentes. Muy jóvenes, pero ya aflora en ellos el virtuosismo que pueden llegar a alcanzar.
Los alumnos realizaron presentaciones a maestros y padres, y según Arleanys Almadares Rodríguez, jefa del Departamento de Actividades del Conservatorio Amadeo Roldán, también intervinieron en talleres impartidos por prestigiosos músicos.
Se trata de una fiesta de la cual disfrutan todos, aplauden todos, salen beneficiados todos y el público también son ellos mismos, una representación de los más de 300 educandos de la institución.
Entre los participantes estuvo la Jazz Band, creada hace unos nueve años y dirigida actualmente por el maestro Jorge Sergio Ramírez Prieto, fundador de la misma.
Se trata de una orquesta al estilo de las que pulularon en los años 40 del último siglo. Poco a poco incorporaron música cubana y ahora pulen detalles de lo que serán sus presentaciones en el Jazz Plaza, comenta Jorge Sergio.
Los integrantes permanecen en el conjunto unos tres años, de los perfiles de saxofón, trompeta, trombón, guitarra, bajo, percusión y piano, que acompañan a vocalistas. Ello conlleva esfuerzo extra porque deben ensayar cuando culminan las clases e incluso algunos fines de semana, como ocurrió este último, cuando tuvieron lugar los talleres.
Los muchachos disfrutan lo que hacen, se divierten, que es la mejor forma de asumir una obra. Son los hijos del pueblo, que hoy tienen acceso a una educación muy cara, casi exclusiva en otros países.
Esos jóvenes nutren cada año la extensa cantera de prominentes y reconocidos artistas de esta Isla, donde la música es pasión.
Fuente: Tribuna de La Habana