Apuntes sobre La Bayadera
Por: Yilian Carús.
En 1877 se estrenaba en San Petersburgo un ballet del coreógrafo Marius Petipa (1818-1910), La Bayadera, con música de León Minkus. Este ballet estaba destinado a convertirse en la obra zenit del ballet clásico-romántico y alcanzar en Rusia un prestigio que la situaría por encima de todos los demás ballets.
La figura de La Bayadera, la bailarina sagrada de los templos de la India, llega a Europa en los albores de la Edad Moderna, gracias a las crónicas de los viajeros tardomedievales y renacentistas. La etimología de la voz de La Bayadera es controvertida, en general se hace derivar de la bailadeira, nombre que habrían dado los navegantes portugueses a las devadasis indias. Otros, sin embargo, pretenden que el término proviene de bedaya, denominación que en Indonesia recibían las bailarinas de corte.
Su coreógrafo utilizó un molde de evidente influencia romántica, pero obligado por las exigencias del público incluía en sus ballets una serie de “pas de deux” o “divertissements” que nada tenían que ver con el argumento. En cambio, ofrecían al poderoso público momentos de gran excitación, puesto que se trataba de puro virtuosismo técnico. Consideró que la coreografía debía tener prioridad absoluta sobre todos los demás elementos que forman una obra, y en el caso de La Bayadera, ésta fue expuesta hasta su máximo exponente y lo notamos en la escena del segundo acto titulada “El Reino de las sombras”, la cual cuenta con una notable y magnífica creación coreográfica decisiva para la calidad artística del ballet.
Petipa lleva la acción al oriente, que tanto seducía por entonces con su exotismo. La protagonista es “Nikya”, bayadera de la India enamorada perdidamente de un príncipe (“Solor”) que en realidad debe casarse con la hija del rajá gobernante. Intervienen también el gran sacerdote de la religión brahmánica, quien igualmente la desea, y la maléfica hija del rajá (“Gamzatti”) la que no dudará en hacer morir a “Nikya” mordida por un áspid. Todo eso transcurre en la realidad, pero el molde romántico cristaliza cuando aquélla, ya muerta, aparece en el más allá irreal, el reino de las sombras. En esa escena, magnífico anticipo de ballet sinfónico concebido por Petipa, tiene lugar el muy lírico pas de deux de los protagonistas, éste sí con un gran sentido de integración a la acción argumental
La Bayadera está considerada como uno gran reto para toda agrupación artística de ballet, tanto para sus principales bailarines, como también para el cuerpo de baile en calidad de demostrar no solo la técnica, sino también las habilidades dramáticas.