Abril: canto de redención
Por: Katia Camejo Montpeller.
Cuando miramos el calendario, cada mes nos evoca sentimientos profundos de amor, de tristeza, de orgullo sano y hasta de incontrolables deseos de abrazar fuerte a gente necesitada de nuestra solidaridad.
Para los cubanos, con tanta historia tejida en la piel, con todos los colores de este ajiaco sabroso y rebelde, no es difícil que el corazón se acelere al entrar en la cuarta etapa de las doce que componen cada año.
Abril tiene nombre de canción épica. Es como si una muchacha saliera a recorrer su jardín o sus calles, con la candidez propia de una edad de sueños por realizar y, de pronto, un tornado le cambiara sus planes.
Así pudiera ser, pero no en esta isla miliciana. Aquí ya ni los peores meteoros tienen más fuerza que el aluvión de pueblo dispuesto a no dejarse arrebatar su soberanía. Gracias a ella, millones de jóvenes siguen haciendo florecer sus jardines, pero siempre vigilantes para que nadie intente arrancarle ni un pétalo a sus sembrados.
Hace exactamente sesenta años la crueldad del imperio yanqui puso a prueba el coraje de personas nobles, humildes, amantes de su suelo patrio. Creyeron que sería un paseo divertido llegar a esta tierra y asustar con metralla. La equivocación aún les duele y les cambió la historia para siempre.
El fuego vistió de luto muchos de nuestros hogares. Pero el llanto no nos debilitó. Arrancamos los fusiles al enemigo, con uñas y dientes, con la rabia de quienes no pierden la dignidad, para vengar a sus muertos, para proteger a los vivos.
Abril, desde entonces, tiene la certeza de lo impredecible, pero también la absoluta confianza en la victoria. Girón fue la estocada que los invasores no adivinaron jamás. Hoy se traduce en nuevas batallas. Son otros los combates. También hay quienes vuelven a equivocarse con la gente que lucha porque termine una mortífera pandemia, que crea vacunas y socorre a enfermos aquí y a miles de kilómetros de distancia.
Girón es mucho más. Es un congreso del pueblo junto a sus líderes. Y no cabe en las mentes de quienes destruyen las más tiernas ideas. Por eso, abril es un canto de redención.